Construido en 1917 como parte del plan de “casas baratas” para familias de bajos recursos, el Barrio Monseñor Espinosa en Barracas es hoy un elegante complejo de casas cotizadas en dólares. El proyecto, que lleva el nombre del arzobispo que impulsó su construcción, se destaca por su arquitectura homogénea, sus amplios jardines y el haber sido cuna de grandes hitos sociales del barrio.
En el corazón de Barracas, la manzana delimitada por Perdriel, Alvarado, California y Santa Elena esconde un verdadero oasis: el Barrio Monseñor Espinosa. Lo que hoy podría venderse como un exclusivo “barrio cerrado” con gran arboleda, nació a principios del siglo XX con un objetivo social radicalmente diferente: ofrecer viviendas económicas para familias obreras y numerosas.
Inaugurado en 1923, este complejo habitacional lleva el nombre de Mariano Antonio Espinosa (1844-1923), Arzobispo de Buenos Aires y promotor de la Unión Popular Católica Argentina, la entidad que impulsó la construcción.
Casas Baratas con Estándares de Lujo
La historia de este barrio comienza en 1917, en el contexto de la crisis habitacional por la fuerte inmigración. El proyecto fue diseñado por el arquitecto Alfredo Cucullu Curuchet y se compone de 64 casas distribuidas en ocho pabellones, con un gran jardín central.
A diferencia de los conventillos, estas “casitas” se destacaban por su amplitud:
- Dimensiones: Las viviendas eran de dos plantas y contaban con cuatro habitaciones, con dormitorios de hasta 4×4 metros, cocinas espaciosas y patios privados.
- Autosuficiencia: Debido a que Barracas era por entonces una zona poco poblada, el barrio incluía edificios destinados a despensa, almacén, ferretería y farmacia, asegurando la provisión de los vecinos.
Inicialmente, el alquiler era de apenas 68 pesos mensuales. Sin embargo, a comienzos de la década de 1970, muchos inquilinos se convirtieron en propietarios, logrando comprar sus casas con el apoyo de créditos de El Hogar Obrero, la cooperativa vinculada al Partido Socialista.
El Legado del “Padre Antoñito”
El terreno donde se levantó el barrio fue una donación de Leandro Pereyra Iraola. El proyecto se financió con una gran colecta nacional de donaciones impulsada por la Unión Popular Católica Argentina (UPCA).
El Arzobispo Mariano Antonio Espinosa, conocido popularmente como “el padre Antoñito”, fue el principal impulsor de la obra. Su figura era popular, no solo por su rol eclesiástico, sino por su actividad social y por haber acompañado al General Roca en la “Campaña del Desierto” como capellán. Espinosa falleció el 8 de abril de 1923, el mismo año en que se inauguraba el barrio que, en su honor, lleva su nombre.
Un Barrio de Tradiciones
La zona de Barracas siempre fue un semillero de actividad social. A pocos metros del barrio Espinosa, se fundó en 1913 el Sportivo Barracas en los salones de la Sociedad Italiana conde de Cavour.
El estadio de “los arrabaleros” fue testigo de un hito histórico del fútbol mundial: el 2 de octubre de 1924, durante un amistoso entre Argentina y Uruguay, el argentino Cesáreo Onzari marcó un gol directamente desde el córner. La jugada fue bautizada como “gol a los olímpicos” (porque Uruguay venía de ganar el oro olímpico), simplificándose luego a la famosa denominación de “gol olímpico” que perdura hasta hoy.
El Barrio Monseñor Espinosa es un ejemplo vivo de cómo una intervención social de principios de siglo ha resistido el paso del tiempo, transformándose en un valioso tesoro arquitectónico en el sur porteño.
