Una de las postales más curiosas de la Ciudad de Buenos Aires es el pintoresco chalet estilo normando que se alza en la cima de un edificio en la calle Sarmiento. Su historia, ligada a un visionario inmigrante y una famosa mueblería, esconde un relato de esfuerzo, creatividad y amor por el descanso.

Si alguna vez caminaste por la Avenida 9 de Julio y levantaste la vista, es probable que te hayas sorprendido al ver una pequeña casa con tejado a dos aguas en la azotea de un edificio. Este peculiar chalet, declarado Patrimonio Cultural de la Ciudad, es mucho más que una rareza arquitectónica. Fue el lugar de retiro de Rafael Díaz, un inmigrante español que construyó un imperio de muebles y, en su apogeo, decidió tener su propio refugio sobre la bulliciosa ciudad.

El ascenso de Rafael Díaz: de Once a la cima

Rafael Díaz llegó a Buenos Aires desde Sevilla, España, con apenas 14 años en 1886. Comenzó a trabajar con su madre en los negocios de telas en el barrio de Once, pero su verdadera pasión lo llevó a la industria del mueble. Con el tiempo, fundó su propia fábrica, Muebles Díaz, que se convirtió en un referente de la clase media porteña.

Su negocio prosperó, primero en un edificio de cinco pisos y luego en una imponente construcción de nueve pisos en la calle Sarmiento 1113/17. Cada nivel era un muestrario de muebles, desde habitaciones para niños hasta mobiliario para oficinas. Tal era su éxito que llegó a tener su propia emisora de radio, LOK Radio Mueblería Díaz, la cual con los años se transformaría en la icónica Radio Rivadavia.

El chalet: un refugio con vistas al Obelisco

En 1926, Rafael Díaz tomó una decisión inusual. Cansado de demorar su regreso a casa en Banfield, optó por construir un chalet en la azotea de su edificio. Su inspiración fueron las casas de veraneo de Mar del Plata, ciudad de la que era un ferviente admirador. La construcción finalizó en 1927, permitiéndole a Díaz almorzar y dormir la siesta cerca de su oficina y disfrutar tiempo con sus hijos.

El chalet, de estilo normando, tiene unos 200 metros cuadrados distribuidos en dos pisos. Cuenta con cinco habitaciones, un altillo, una terraza y un techo de teja francesa. Para acceder a él se necesita una llave especial en el ascensor. A pesar del paso del tiempo, conserva su encanto original, con pisos de pinotea, puertas, ventanas y escaleras intactas. En su interior aún se encuentran objetos cotidianos de su creador, como muebles de su propia fábrica y arañas de principios del siglo XX. Desde sus ventanas, se pueden contemplar vistas espectaculares del Obelisco, el Congreso y el Palacio Barolo.

Patrimonio cultural y nuevo futuro

Tras el fallecimiento de Rafael Díaz en 1968, la mueblería cerró sus puertas en 1985. El chalet fue alquilado y utilizado como estudio fotográfico y comedor de oficinas. Sin embargo, su valor histórico fue reconocido en 2014, cuando fue declarado Patrimonio Cultural de la Ciudad de Buenos Aires, lo que prohíbe cualquier modificación sin autorización oficial.

En 2021, con la pandemia dejando vacías muchas de las oficinas del edificio, los actuales dueños, liderados por Diego Sethson, bisnieto de Rafael Díaz, proyectaron un ambicioso plan para convertir este espacio único en un polo gastronómico-cultural, ofreciendo a los porteños la oportunidad de revivir su historia y disfrutar de sus impresionantes vistas.