El guitarrista Juan Fernando “Kubero” Díaz conversó nuestro editor, Pablo Seoane, sobre su trayectoria: desde sus inicios en Entre Ríos, y la fundación de La Cofradía de la Flor Solar, hasta su colaboración con La Pesada del Rock and Roll: su vida en Ibiza, el diente roto que salió en la portada de un álbum, Charly García, Skay Belinson, el Indio Solari y su reencuentro con Los Abuelos de la Nada, otros de los tantos temas.


Inicios, Cofradía y Rock Argentino

Fundaste La Cofradía de la Flor Solar. ¿Es cierto que el origen fue en Entre Ríos?

Correcto. Yo soy de Nogoyá, Entre Ríos. La cosa arranca cuando tenía 15 o 16 años, después del fallecimiento de mi madre. Me vinieron a buscar. Mi primera banda fue Los Grillos, inspirada en los Beatles. Rápidamente quisimos componer y cantar en castellano para que el mensaje se entendiera, no en inglés. Después partí a La Cofradía en La Plata, que fue como una segunda madre.

La Cofradía era una comunidad donde ensayaban y vivían, ¿no?

Sí. El día era: toda la mañana artesanía y toda la tarde música. Éramos un trío, pero teníamos la ventana abierta a la calle. Así conocimos a Quique Gornati, que se asomó a escuchar y se unió.

¿”Skay” Beilinson pasó por La Cofradía?

Skay no vivió con nosotros, era un amigo que venía y tocaba. Él acababa de volver de un gran viaje por Europa con su padre. Cayó en un momento hiperexplosivo de nuestra actitud. Él había visto a Jimi Hendrix en vivo, y nos trajo una cantidad de material inédito acá: el primero de Led Zeppelin, el primero de Pink Floyd… Yo quedé fascinado con Hendrix. Dije: “Ese es lo que yo quiero, un paseo por los planetas del cosmos“.


De La Pesada a Ibiza: El Accidente de los Dientes

Hablemos de tu disco de 1973, Kubero Díaz y La Pesada. ¡Esa tapa con vos pintado de plateado es icónica!

(Risas) Sí, esa tapa marcó mi vida. Yo estaba muy metido con Billy Bond, haciendo doblete y triplete de shows por noche con La Pesada. Un día, en el departamento de Billy, entré al baño y me di un golpe tremendo, un “patinón”. Mis dientes cayeron sobre algo duro y perdí cuatro o cinco. En esa foto se ve. Fui a tocar con la boca astillada.

Después te fuiste a Ibiza. ¿Por qué esa decisión?

Estaba harto de ir a grabar y que los técnicos no entendieran el idioma en que yo hablaba. Le propuse a mi mánager que me sacara de acá y logramos ir a Europa. Mi segunda hija, Laila, es holandesa. Mi vida fue de viajero.

En Ibiza te encontraste con Miguel Abuelo.

Sí. Yo ya lo conocía de los festivales en La Plata, donde él venía vestido de blanco, con gran barba, muy tranquilo, muy para adentro. En Ibiza, que era una isla chica, nos encontrábamos en el Bar Pereira y organizábamos fiestas de luna llena.

¿Charly García también estuvo por ahí?

Charly estuvo varias veces. Cuando llegó, lo primero que hizo fue llamarme. Yo era muy amigo de los dueños del estudio Mediterráneo. Charly venía de hacer Clics modernos en Nueva York, estaba con una alegría enorme. Se vino a donde parábamos con un montón de gente, entre ellos Fito Páez, que yo no sabía ni quién era. (Risas).


El Regreso y Los Abuelos de la Nada

¿Y cuándo y por qué volvés a Argentina?

Volví cuando conseguimos pasajes a través de Naciones Unidas, declarándonos refugiados. Yo estaba en el campo en Ibiza, muy metido con unos músicos de jazz-rock que me volaban la cabeza, no quería salir de ahí. Pero lo que me motivó fue que Miguel Abuelo me pidió que “metiera una guitarra” en una canción.

Ahí te convertís en parte fija de Los Abuelos de la Nada.

Sí. Fue difícil dejar lo que dejé en Ibiza, y no tenía ni techo para mi familia acá. Gracias a Cachorro López me quedé en su casa, y luego en lo de María José Cantilo. Mi mujer se fue con los chicos porque el rock and roll de la ciudad no lo aguantaba. El primer disco de ese regreso fue “Cosas Mías”, aunque en realidad se iba a llamar “Abuelo en Banda”, porque era Miguel solo con músicos. Apenas aterricé, el primero que me llamó, porque se enteró de que estaba acá, fue Charly García.